El ser humano, a lo largo de los siglos, ha dejado su huella en el entorno de La Puebla de Castro con un rico patrimonio que versa sobre la historia de un enclave que ha visto pasar a distintas civilizaciones y nutrido de su diversidad para configurar en su legado lo que es hoy.
Los pobladores durante el Neolítico dejaron testimonio de sus peripecias en las pinturas rupestres del abrigo de Remosillo. Sobre el río Ésera, los romanos habitaron la ajetreada villa de Labitolosa como eje principal de las comunicaciones con la Galia en el norte de Hispania. Los musulmanes afianzaron durante varios siglos su posición fronteriza en lo alto del Cerro Calvario. El avance cristiano durante la Edad Media supuso el asentamiento del poblado de Castro en la expresión del románico como centro de la Baronía de Castro, a partir del siglo XIII. La paz conllevó que los habitantes bajaran al llano de la nueva Puebla, germen del Marquesado de La Puebla de Castro otorgado en 1625 y que fue declarada villa en 1857.